Que el señor Feijóo es un mentiroso compulsivo ya no lo duda nadie. Lo es hasta tal punto que su psicólogo particular asegura que cuando por error dice una verdad siempre se pone colorado. Y debe de mentir mucho a juzgar por las poquísimas veces que le hemos visto ruborizarse en la medida que asegura el hombre que mejor le conoce en su partido.
Amistosamente, yo me permito el lujo para él de llamarle Sócrates en el sentido en el que éste filósofo hizo célebre su conocida sentencia de “sólo sé que no sé nada”; frase de la que bebiera apropiarse Feijóo si lo que pretende justificar es todo aquello que desconoce en materia social y política.
Ha asegurado, por ejemplo, que cuando conoció a Marcial Dorado, éste no era precisamente lo que hoy se conoce con el nombre de narcotraficante sino que se trataba de un simple contrabandista como muchos otros que pululaban al abrigo de las rías gallegas en La Coruña y haciéndonos creer que esa sutil distinción pudiera eximirle con benevolencia de haber coqueteado durante cierto tiempo con el crimen organizado, a pesar de también haber compartido con el capo en cuestión un viaje de recreo en su propio yate con el que incluso navegarían hasta Canarias a lo largo de unas vacaciones de verano de no recuerdo que año.
Quizás la suerte le acompañara al declarar como excusa a los medios de comunicación que su ausencia en la último debate político en televisión se debiera a una inoportuna lumbalgia sufrida en el plató del espacio televisivo Espejo Público y que le ha mantenido alejado de todos sus actos de campaña, razón por la cual el supuesto líder de su partido de coalición, Vox, se vería peligrosamente afectado por el fuego cruzado que contra sus disparatadas propuestas abrieron aquella noche Sánchez y Yolanda, dejándolo tan maltrecho como el propio Feijóo ha insinuado.
zoilolopez@gmail.com
Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
