Este amago de seísmo político producido en el seno del PSOE, hubiera tenido en la escala de Richter una lectura muy por debajo de los tres grados. Sin embargo, en la escala particular del señor Casado, la magnitud del fenómeno habría superado con creces los siete, por lo que el PP ha decidido sugerir inmediatamente la oscura posibilidad de una dimisión de Sánchez o, tal vez, la convocatoria, todavía más oscura si cabe, de unas anticipadas nuevas elecciones.
Estoy refiriéndome al impacto producido en la oposición por los cambios ministeriales llevados a cabo en distintas carteras en el seno del gobierno socialista. No entraré en la valoración de esta decisión tomada por parte del presidente, pero sí y mucho, en aquellas otras que los medios de comunicación otorgaron gratuitamente al posible cese fulminante del ministro de consumo, Alberto Garzón, por sus aparentes e injustificadas declaraciones sobre la inconveniencia de consumir demasiada carne de vacuno en la dieta alimenticia de los ciudadanos de nuestro país.
Ni tanto ni tampoco, o como dicen en otras latitudes, ni muy muy, ni tan tan. Alberto Garzón continúa en su ministerio a pesar de las opiniones de la derecha conservadora en su contra. Y eso era de esperar por parte del PSOE, porque, al fin y al cabo, sus compromisos con la coalición que aupó al poder a Sánchez, tienen un alto precio difícil de poder eludir. Por ello deberíamos sentirnos agradecidos a la impronta forma de proceder de los jóvenes socios de los socialistas en el poder, porque, a su manera y a pesar de todo, hemos alcanzado cierta cota de esperanza no sólo en lo que se refiere al logro del aumento del poder adquisitivo de los menos favorecidos sino, también, al alcance de su compromiso con la defensa de la mujer y las recientes reivindicaciones del colectivo LGTBI.
De manera que lo difícil a partir de ahora será memorizar los nuevos nombres de aquellos que se incorporen a los distintos ministerios así como los de los recientes ocupantes en calidad de asesores de otros tantos puestos de confianza de los altos cargos del gobierno.
Al señor Casado sólo le quedará esperar una mejor oportunidad que esta última. Quizá para cuando la instrucción de la llamada operación Kithen toque definitivamente a su fin y se determine con toda claridad el grado de implicación del Partido Popular en todo este asunto.
Ya veremos.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
