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La falacia del “genocidio español”: una construcción anglosajona de la Leyenda Negra
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Tápese un poco, Napoleón
La conquista de América ha generado múltiples críticas y la idea errónea de un genocidio español, dicha interpretación responde más a una construcción ideológica de origen anglosajón que a un análisis histórico riguroso. A partir del estudio de fuentes historiográficas y demográficas, se plantea que el colapso poblacional indígena fue un fenómeno complejo y multicausal, profundamente distorsionado por la tradición propagandística protestante y británica conocida como Leyenda Negra.
En los últimos años, el discurso sobre la conquista española de América ha sido reactivado desde una perspectiva moralizante, describiéndola como un “genocidio” sistemático contra los pueblos originarios. Sin embargo, esta narrativa no solo resulta anacrónica, sino que hunde sus raíces en la propaganda política anglosajona del siglo XVI, diseñada para desacreditar el poder del Imperio español. El uso del término “genocidio” en este contexto carece de base histórica y responde a una lectura ideológica impuesta por potencias rivales.
La llamada Leyenda Negra surgió en el ámbito protestante y anglosajón como instrumento político contra España. Panfletos ingleses y neerlandeses del siglo XVI, basados en versiones manipuladas de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias de Bartolomé de las Casas, presentaban a los españoles como crueles y fanáticos. Publicaciones como The Spanish Colonie (1583) en Inglaterra difundieron una imagen demonizada del conquistador español, justificada por motivos religiosos y económicos. Esta propaganda se perpetuó en la historiografía moderna anglosajona, que describió la colonización española como brutal e ineficiente, en contraste con un supuesto “modelo civilizador” británico. Dicha dicotomía fue funcional a la expansión imperial inglesa y, más tarde, a la legitimación del colonialismo estadounidense.
Las pérdidas demográficas indígenas fueron devastadoras, pero no producto de una política deliberada de exterminio. Estudios recientes (Cook, 1998; Livi-Bacci, 2006) estiman que entre el 75 % y el 90 % de la mortalidad se debió a epidemias de viruela, sarampión e influenza. La ausencia de inmunidad cruzada explica la magnitud del desastre biológico. La conquista, además, no fue una guerra unilateral; miles de pueblos indígenas —tlaxcaltecas, cañaris, tarascos, entre otros— se aliaron con los españoles para derrocar imperios hegemónicos como el mexica o el inca. En este sentido, el proceso fue multilateral, no una “masacre sistemática” planificada.
Paradójicamente, las potencias anglosajonas que promovieron la imagen de una España genocida practicaron verdaderos exterminios coloniales. En América del Norte, Australia o África, los imperios británico y estadounidense implementaron políticas de desplazamiento forzoso y aniquilación cultural contra las poblaciones nativas. Mientras tanto, el Imperio español —con todas sus contradicciones— reconoció la humanidad y los derechos de los indígenas mediante las Leyes de Indias y los Debates de Valladolid (1550-1551). El mestizaje biológico y cultural que caracteriza a América Latina es prueba de que no existió una intención de exterminio total, sino un proceso de dominación que, con el tiempo, dio lugar a una civilización mestiza y plural.
La noción de “genocidio español” es un producto ideológico, no una categoría histórica. Fue fabricada en el contexto de la rivalidad imperial y religiosa entre España y las potencias anglosajonas, y reproducida hasta hoy como parte de una visión eurocéntrica que relega el papel de Hispanoamérica en la historia mundial. En la actualidad, esta narrativa ha sido asumida también por ciertos sectores de las ideologías políticas españolas de izquierda, que, en su afán de reinterpretar el pasado desde una óptica de culpa o revisionismo moral, terminan perpetuando los mismos prejuicios que en su día sirvieron a la propaganda extranjera contra España. Reconocer la existencia de abusos y violencias no implica aceptar una etiqueta que responde a intereses propagandísticos más que a hechos comprobables. Superar esta lectura requiere descolonizar la propia historiografía, rescatar la complejidad del encuentro entre mundos y desmontar los mitos heredados de la Leyenda Negra.
Lo único que me resta decir es: Los políticos que nos está tocando sufrir deberían ser un poquito más cultos y menos sectarios, la doctrina deberían dejarla exclusivamente para asuntos religiosos y por favor… ¡Tápese un poco, Napoleón! –Confucio.
Bibliografía breve
- Cook, S. (1998). Demographic Collapse: Indian Peru, 1520–1620. Cambridge University Press.
- Livi-Bacci, M. (2006). The Depopulation of Hispanic America after the Conquest. Population and Development Review, 32(2), 199–232.
- Roca Barea, E. (2016). Imperiofobia y leyenda negra. Madrid: Siruela.
- Restall, M. (2003). Seven Myths of the Spanish Conquest. Oxford University Press.
- Sánchez Marcos, F. (2022). La falacia del exterminio indígena en Hispanoamérica (1492–1898). Revista de Estudios Hispánicos, 8(3), 45–61.
