viernes, octubre 3, 2025
InicioMIRADA REFLEXIVATodo por “el qué dirán”

Todo por “el qué dirán”

Hay heridas que no dejan cicatriz visible, pero calan hasta el hueso. Heridas que no vienen del mundo exterior, sino del núcleo más íntimo, la familia. En demasiados hogares, lo que se defiende no es la verdad ni el amor, sino la fachada. El miedo a “lo que dirán” pesa más que la empatía, más que la justicia, más que el lazo humano. Y ese daño, a menudo callado, negado o disimulado, destruye lentamente lo que no siempre se puede reconstruir, la confianza.

En muchas familias no hay gritos ni portazos. Hay algo más difícil de señalar, la omisión. El silencio cuando más se necesita una palabra. La indiferencia cuando se esperaba un gesto. El abandono disfrazado de prudencia. No se trata de conflictos entre desconocidos, sino de padres que no escuchan, hermanos que se apartan, madres que callan para no incomodar. Se convierte en traición no porque haya odio, sino porque el amor no estuvo cuando más dolía.

No siempre hay una causa visible, más bien oculta. A veces, lo que desata el rechazo familiar es simplemente haber dicho una verdad incómoda, haber roto el guion, haber pedido justicia o haber tenido el coraje de ser distinto. La familia, entonces, se alinea con el “orden” y deja a uno de los suyos en la intemperie emocional, incluso casos, despojados de todo lo material, aún siendo los dueños legítimos.

Lo más cruel es que, muchas veces, ese rechazo no nace de la maldad consciente, sino del miedo. Miedo a la opinión del vecindario, a las habladurías del pueblo, a la posible decepción de algo que no se puede saber, de algo que no se puede decir en voz alta, que no se puede hablar de nada de eso. Y así, por proteger una reputación de papel, se sacrifica a alguien de carne y hueso.

Se elige cuidar la imagen en lugar de cuidar a la persona. Se prefiere la comodidad social antes que enfrentar una verdad que duele. Lo que llamamos “honor” acaba siendo una coraza hueca, sostenida por el sufrimiento de quien fue obligado a callar, a cargar la culpa de todos, a ser “la oveja negra” por no obedecer.

Quien ha sido herido por su propia familia carga con una forma de dolor muy difícil de explicar. Es un duelo sin muerte, una exclusión sin despedida, una orfandad sin orfanato. A menudo, además, se le exige que no lo diga, que no lo escriba, que lo olvide “por el bien de todos”. Que calle para no “revolver el pasado”. Que perdone sin que nadie pida perdón.

El daño emocional se vuelve más profundo cuando, encima de todo, se cuestiona su derecho a sentirse dolido. Como si el amor de sangre lo justificara todo. Como si haber nacido en una familia te obligara a tolerarlo todo, incluso el abandono.

Pero callar no cura. Callar perpetua. Romper el silencio no es una venganza, es supervivencia. Hablar de lo que dolió no destruye una familia, destruye el tabú.

Escribir, testimoniar, contar lo vivido, aunque sea con pudor o con temblor, es la única manera de dejar de cargar con lo que otros no supieron, no quisieron o no se atrevieron a nombrar. Puede ser un acto de dignidad, decir la única verdad, aunque sea tarde, porque no se trata de hundir a nadie, sino de rescatarse a una misma.

En algunos casos, no habrá reparación, no habrá disculpa, no habrá abrazo, porque ya es tarde, solo hay que aprender a aceptarlo, si se consigue.

Hay quien tiene que seguir sin familia, o con una familia que ya no lo es. Pero también hay algo que puede elegirse, construir la propia voz, forjar una historia que ya no dependa de la aprobación ajena, y rodearse de quienes sí saben cuidar, aunque no compartan apellidos.

Si fuiste herida, apartada por ser tú, por decir la verdad, por pensar distinto, no estas sola, no estás loca, no estas equivocada. No fuiste tú quien falló.

A veces, lo que más destruye una familia no es lo que se dice, sino todo lo que se calla por no romper la mentira, por guardar la obediencia sagrada que se te impone.

Artículo anterior
Artículo siguiente
RELATED ARTICLES
- Advertisment -spot_img

ÚLTIMAS PUBLICACIONES

Las Chumberas otra vez

De mayor quiero ser mayor

Rotación