Con la llegada de la canícula, la imaginación de cualquiera tiene tendencia a embrutecerse y eso se aprecia mucho entre la gente de prensa al servicio de determinados intereses políticos parapetados convenientemente tras las redes sociales a las que tengo acceso a diario. Me sorprende comprobar cómo se ha obrado en USA el milagro de mantener con vida al candidato Trump a costa de sólo un rasguño en el pabellón auditivo que la Providencia no pudo evitar.
Para los creyentes ortodoxos, Dios puede existir para salvar la vida de un discutido próximo Presidente de USA, pero no para evitar el gran número de muertos como consecuencia de unas cruentas guerras fratricidas entre Israel y Palestina o entre Rusia y Ucrania, respectivamente.
Sea como fuere, aquí en España, el asedio de carácter personal y político contra la esposa del Presidente y por ende contra su propio marido, Pedro Sánchez, continúa su curso sin que se aprecien pruebas contundentes que puedan beneficiar a los intereses de una derecha española empeñada en no querer aceptar el rol que le ha tocado jugar como Oposición hasta las próximas elecciones.
Y qué decir de la connivencia manifiesta entre los medios de información del país y la que otrora fuera la ya denostada “Policía Patriótica” de la que tantos zarandeos tuvieron de soportar los componentes de Podemos en su día, pero a quienes no consiguieron extinguir pese a la funesta y traidora colaboración de Sumar.
Sólo cabe desear que la tan esperada abolición de la Ley Mordaza se lleve por fin a término sin menoscabo de una revisión profunda del código deontológico del que debiera presumir la prensa española en beneficio de la calidad de la libertad de expresión tan pretendida por cada una de las partes en litigio.
A medida que me acerco al final de tales premoniciones, parece ser que sopla ahora una suave brisa del mediterráneo que comienza a refrescar las neuronas afectadas y sometidas hasta hace un momento al rigor de las altas temperaturas de un estío que se avecina inexorable, pero paralelo al devenir del futuro político más agitado.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
