miércoles, noviembre 5, 2025

Ventrílocuo

Si el ventrílocuo recientemente investigado por la justicia española hubiera nacido en Kansas, con toda seguridad hubiera podido llamarse Joe Louis Brown; y no sólo eso sino que con un apellido como el suyo hubiera tenido muchas menos oportunidades de prosperar que las que ha tenido aquí en España. Ya sabemos cómo se las gastan los americanos con los “morenos”.

A lo sumo podría haber llegado a ser reverendo de la iglesia anglicana de su propia comunidad, Una especie de padre Apeles en versión yanqui a juzgar por los varios idiomas que se jacta de hablar, de haber sido también neurocirujano o cantante de ópera con sólo diecisiete años, además de haber sumado tres matrimonios con otras tantas mujeres de otros distintos países y de las que no se sabe con exactitud cuántos hijos le dieron.

En mi modesta opinión y en ello creo que también coincidirá mucha más gente, las auténticas víctimas de José Luis Moreno han sido en realidad sus propios personajes de ficción: Macario, Monchito y su alter ego, Rockefeller, a quienes mantuvo engañados durante tantos años en beneficio propio mientras se mantenía refugiado tras de su propia avaricia de usurero clandestino.

Cuando, gracias a su desaforada codicia por fin llegó a alcanzar su estatus soñado , nunca tuvo para con sus marionetas el más mínimo gesto de simpatía y agradecimiento, obligándoles a un ostracismo artístico del que jamás llegarían a recuperarse, abandonadas para siempre en el fondo oscuro de un baúl de madera de pino en el sótano de una mansión del tamaño de la Casa Blanca, lugar donde intentaba dar rienda suelta a su estrafalario apetito sexual, avalado por su excelsa condición de productor a cambio de concederle a sus víctimas apariciones prometedoras en los distintos espacios televisivos de su competencia y de los que también era responsable.

José Luís Moreno es todo él un auténtico fiasco en un país como el nuestro donde ya existen bastantes precedentes desde antes que se escribiera el Quijote. Un paisanaje de charlatanes que se atribuyen para sí el inestimable arte de la seducción a base de engaños tan melifluos como aquellos de los que hasta ahora había venido jactándose el desagradecido ventrílocuo ya mentado.

Quién no ha tenido ni el respeto y cariño suficiente por aquellos que le dieron de comer en los primeros difíciles años de su mediocre y corta carrera artística, no se merece hoy ser tratado como la persona que pretendió, a costa de tantos otros, convertirse en un productor de muy dudosas cualidades éticas y morales y que afortunadamente para muchos se encuentra hoy en manos de la justicia española.

Salud y vida para los entrañables Macario, Monchito y Rockefeller.

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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