Recordaba, durante un almuerzo con antiguos colegas, las preguntas que algunos me hacían intrigados acerca de la compañía Centennial. Me decían si pertenecía a la mafia.
Yo sonreía y les preguntaba si no creían que estaban formulando una pregunta obvia. En el transporte aéreo, como en otros sectores, hay mafia y corrupción.
Solo contaré que, cuando me vendieron la empresa por cincuenta millones de pesetas —dinero que tuve que pedir prestado—, me enviaron a un consigliere para advertirme que la empresa estaba muerta y que yo también lo estaría, a nivel personal y profesional. Antes de marcharse, habían vaciado los recursos financieros.
Todo lo que recuerdo es que le escupí en la cara a aquel personaje.
En el transporte aéreo, algunos se parapetan tras su cuello blanco y su hermosa corbata. En Centennial no había escrúpulos ni siquiera a la hora de vestir. Pero créanme: los he conocido en otras compañías, cubiertos con todo tipo de ropajes.
Soy consciente de que estas letras que escribo no le importarán al noventa por ciento de las personas, y que al resto probablemente les alegrará lo ocurrido.
Que nadie se equivoque: soy plenamente consciente de que el éxito y la fama son espejismos. Incluso si te recuerdan después de morir… ¿qué importa todo eso?
Además, quienes me recuerden serán personas comunes, mortales como yo. Ellos mismos pronto desaparecerán.
Quisiera hacer una observación importante respecto a lo ocurrido en Centennial.
Al comenzar las operaciones, recibí la llamada de un buen amigo mío, entonces Comisario Jefe de la Policía Nacional. Almorzamos juntos y me advirtió de lo que iba a suceder. Lo escuché con atención, aunque no la suficiente: mi ego pudo más que su consejo.
A pesar de todo soy afortunado. Después de todo lo que he pasado sigo en pie. Sin haberme hundido. No me he roto por lo que ya pasó. No me aterra lo que pueda venir.
Miro a esas personas del transporte aéreo que se consideran sabías. Que es lo que persiguen con tanto esfuerzo. Te vienen calumniando, destruyendo tú reputación o eso intentan y entonces me preguntó. ¿De verdad son tan sabios?
Tomás Cano Pascual
Asesor de líneas aéreas
Delegado para Europa de Air Panama
Fundador de Air Europa
