jueves, enero 16, 2025
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RTVE: Fin de año vulgar y cutre

  • El humor pretende ocultar lo verdaderamente importante: el insulto gratuito y sin sentido

Está muy claro que burlarse de una persona por su exceso de peso, tendencia sexual, creencia religiosa o filiación política es de intolerantes. Que eso se haga desde una televisión pública financiada con nuestros impuestos –que además sirve de agencia de colocación de amiguetes– es vulgar, cutre, vomitivo y deleznable.

Seguramente los anticatólicos, nazis, supremacistas y todos los que fardan de lo “guay” que son, se habrán puesto morados de reír al ver como una señora sacaba una estampita del Sagrado Corazón de Jesús con la cabeza cubierta por una vaquilla. ¿Era necesario esta “audaz” broma para ganar un aplauso fácil? Seguramente no les contratarán para formar parte de la plantilla de Charlie Hebdo, ellos no son tan audaces y se arriesgan tanto en su humor como los de “la vaquilla”.

Hacer humor cutre con las creencias religiosas resulta de mal gusto, no hay necesidad de herir la sensibilidad, respeto cultural y el contexto. Cualquier religión es fundamental para la identidad y moralidad de millones de personas y burlarse de ellas es un ataque directo a algo que consideran sagrado y esencial para su vida.

Muchas comunidades religiosas se enfrentan aún en la actualidad a la persecución, discriminación y exterminio, con estas situaciones no se juega. Lo que para un presunto humorista, caricaturista presunto artista o simplemente usuario de redes sociales le resulte desternillante, otra persona puede considerarlo una burla ofensiva y eso no es de recibo bajo ningún concepto ni pretexto.

El humor pretende ocultar lo verdaderamente importante: el insulto gratuito y sin sentido. Seguramente a ninguna persona del colectivo LGTBIQ+ le haría la más mínima gracia que se burlasen de su tendencia sexual en ningún programa, mucho menos cuando toda la familia está entorno a una televisión pública para festejar el fin de año.

El humor faltón no tiene gracia, es el recurso fácil para obtener una cuota de seguidores. Caricaturas y chistes sobre todos estos estereotipos que tanto cuesta eliminar no tiene puñetera gracia. La violencia de género, la libertad sexual, el respeto a la infancia y la libertad religiosa –entre otras libertades– no debe ser objeto de burla o escarnio.

Estos ataques atraviesan esa fina línea entre el humor y la ofensa. Buscan polarizar todavía más a los ciudadanos. ¿Han pensado los finos humoristas y caricaturistas que sus gracietas son vistas por personas que jamás les han ofendido a ellos? Resulta sorprendente que cuando ya ha pasado una cuarta parte del siglo veintiuno todavía queden personajes que se rían con estas cosas, aunque eso sí, luego van de muy dignos y de defensores de los derechos de los demás.–Confucio.

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