¿Cuánto tiempo tardó la aviación comercial en Estados Unidos para recuperarse, luego del 11 de septiembre?; ¿y cuánto va a costar ahora, cuando termine la crisis del coronavirus? La primera respuesta la tenemos: cinco años. La segunda, lamentablemente, no.
Pero bien podemos estar en una horquilla de 3 o 4 años, en el mejor de los casos. La aviación comercial no es la única que ha quedado malherida con la pandemia, sino también el tejido industrial de muchos países, algo que no ocurrió el 11S.
Por mucho que se levanten las restricciones, la población va a ser reacia a viajar. El miedo a la enfermedad aumenta cuando uno está lejos de casa: el riesgo a no poder regresar, basados en la experiencia del Covid19.
No vale de nada que Ryanair establezca tarifas de 25 euros por trayecto para sus vuelos a diversos países receptores de turismo, porque el pasajero tendrá que atender a otros gastos de esos viajes. Coches de alquiler, comidas, ocio, etcétera. Si los gobiernos no comienzan a inyectar ayudas a los sectores básicos de esos países, para que también puedan bajar precios, no habremos conseguido nada.
Lo que se avecina lleva consigo un impacto económico brutal. Las compañías locales podrán tener repuntes de pasajeros como consecuencia de la necesidad de viajar dentro de los mismos países. Canarias y Baleares, donde existe una gran movilidad interna, están incluidas en estos supuestos: viajar por absoluta necesidad. Pero el transporte aéreo de larga distancia, el internacional de alto rango, es otra cosa. Aquí el pronóstico es mucho más difícil.
A partir de ahora se necesitan medios para comprobar la salud del pasajero in situ; por ejemplo, los detectores electrónicos de fiebre, que es un síntoma inequívoco del virus. Pero, ¿y los asintomáticos? Es importante abaratarlo todo: billetes por internet, tarjetas de embarque por internet, hasta etiquetas de maletas por internet, como ya se hace en los cruceros. Incluso los controles de pasaportes pueden hacerse por sistemas biométricos y el pasajero puede depositar su equipaje en la puerta de la bodega, para que sean los expertos quienes lo estiben, en algún tipo de vuelos (en otros parece poco probable). O utilizar el sistema americano de facturar en las puertas de los edificios terminales y entrar ya sin él.
Se mejorará el sistema HEPA de los aviones para que los filtros absorban los virus, y hasta el embarque puede hacerse sin que intervengan personas. Pero los aviones no podrán seguir siendo latas de sardinas, donde los pasajeros se aprietan unos contra otros en asientos demasiado pequeños. Todo esto va a cambiar. Supongo que IATA recomendará mascarillas especiales a bordo y que el movimiento dentro del avión se reducirá. Una vez en tierra se efectuará otra medida de temperatura a los pasajeros. Es fundamental y seguro para los destinos.
No hay medidas posibles para reducir totalmente el riesgo y todo cambiará cuando se cuente con una vacuna, pero hay que prever para no tener que curar o algo peor. Y no duden que otras pandemias llegarán, porque la ciencia lo está diciendo. Y es preciso estar preparados.
He tenido acceso a las medidas discutidas por IATA en Webminar y estoy seguro de que, sin relajar la seguridad, el transporte aéreo volverá a ser lo que fue. Y volaremos de forma más segura para la salud y más cómodamente. Los aeropuertos tendrán que adaptarse y los pasajeros deberán acomodarse a los nuevos tiempos. ¿Cuánto se tardará el lograr todo esto? No lo sé, pero hay que correr porque ni la aviación comercial ni el progreso pueden detenerse.