jueves, octubre 10, 2024
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Demencia senil

Por desgracia, en pleno siglo XXI, el cuidado de nuestros mayores sigue siendo en su mayoría asumido por las mujeres, dentro del seno familiar, como si fuese una obligación, hermanas hijas etc., mientras los varones, en su mayoría, “siempre existen excepciones”, se lavan las manos y viven su vida.

La demencia es un síndrome caracterizado por el deterioro de la función cognitiva. La demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. Todo este trastorno suele ir acompañado por el deterioro del control emocional.

Los primeros síntomas pueden ser intermitentes y varían de unas personas a otras. Existen distintos tipos de demencia que actúan cada una de ellas de diferentes formas y en unas determinadas partes del cerebro.

Normalmente en personas de edades avanzadas, es muy frecuente y es una enfermedad progresiva, con diferentes fases según la gravedad de los síntomas, además estos pueden no ser continuos y dependen del día como se despierten, pero entre sus características incluyen:

  • Tendencia al olvido y pérdida de la noción del tiempo.
  • Cambios de humor, en algunas ocasiones con agresividad, dependiendo del carácter de cada persona.
  • Desubicación espacial, aunque sean lugares conocidos, además se mueven con lentitud.
  • Se hacen más frecuentes las conductas agresivas.
  • Cansancio constante
  • Descontrol en relación con los tiempos del sueño.
  • Dificultad para reconocer a algunos familiares.
  • Suelen pagarlo siempre con la persona que le cuida.
  • Acusan a los cuidadores que le cogen las cosas, porque no saben dónde las han escondido.
  • Llegan a culpar a quien la cuida de todo lo que le pase por la mente, llegando incluso, al insulto o agresión.
  • Expresan cosas que no son reales
  • Tienen ideas delirantes

Todo este comportamiento, hace que la persona que la cuida, en un principio esté desorientada de cómo tratarla, seguido siente impotencia, hasta llegar a la resignación; pero todo esto se puede llegar a agravar cuando el cuidador, lleva décadas atendiendo uno detrás de otro, a todos sus seres queridos, todo tiene un límite, es entonces cuando el propio cuidador necesita atención, de ahí viene lo que llaman, “el cuidador quemado”.

Es un completo agotamiento, tanto físico como mental, de décadas atendiendo a los suyos, sin ninguna ayuda, que a su vez lleva toda su vida trabajando, atendiendo su casa y las personas mayores que tiene en su núcleo familiar.

Además de tener que reducir su jornada de trabajo para poder abarcarlo todo sola y como colofón final, cuando le llega la jubilación, el Gobierno la penaliza, con menos pensión por reducir su jornada de trabajo, cuando lo que le tenían es que dar una paga, por todo el trabajo que les ha ahorrado a ellos; pero llegamos al gran problema.

Es que a día de hoy, no hay suficientes plazas en las residencias de ancianos, debido al envejecimiento de la población, además de no estar dotadas de suficiente personal y en algunas, situaciones denunciables, por no dejar de mencionar que la lista de espera es de años, si quieres una concertada, puesto que para ir a una privada hay que contar con más de dos mil euros al mes, ¿y quien los puede pagar?, echen cuentas y es cuando llegamos, que lo que es un deber de derechos humanos, se convierte en un negocio total, “el cuidado de nuestros mayores”.

Bajo mi modesta opinión, mucho tienen que cambiar las cosas o todo terminará estallando de alguna forma y sin tardar mucho. Las residencias deben adoptar otro tipo de medidas y actualizarse mirando el modelo que tienen en otros países, más avanzados en este tema.

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