jueves, octubre 10, 2024

La Pantoja

No sin cierto estupor, he creído oír por televisión el interés que tiene el Gobierno de Canarias de contar con la participación de la tonadillera andaluza Isabel Pantoja con el fin de promocionar las muchas virtudes del archipiélago tanto a nivel nacional como internacional. Y no de manera altruista por parte de la artista, prácticamente en la ruina, sino merced a un suculento contrato que le reportará unos pingües beneficios a costa, como casi siempre, del erario público. No voy a dudar de la estrategia llevada a cabo por los políticos insulares, pero, como canario que soy, me gustaría saber cuáles han sido los criterios barajados para haber tomado una decisión que, aparentemente, resulta tan arbitraria como prescindible y haberse decantado finalmente por ésta insufrible señora tan alejada culturalmente de la idiosincrasia de los isleños del Atlántico.

Si echamos la vista atrás sólo unos años, La Graciosa se puso estúpidamente de moda en la península por la horterada de boda celebrada allí entre la sobrina de la artista en cuestión y un joven canario que no tardó demasiado en poner piernas en polvorosa después de haber ganado popularidad por los muchos platós de televisión del país para luego regresar a su tierra en loor de multitudes.

Sin embargo, la única carrera de Isabel Pantoja no ha sido precisamente la musical sino también la paralela, la llevada a cabo entre la flor “innata” de una Marbella estrepitosa de alcaldes y concejales corruptos entre los que se encontraba el que fuera más tarde su marido, Julián Muñoz, en compañía del cual amasaría una pequeña fortuna ilícita que les llevaría a ambos a presencia de jueces y fiscales por delitos relacionados con caudales públicos.

Ya se había barajado la posibilidad de un retiro de la “coplera” en tierras mejicanas, donde es popularmente conocida, pero con la excusa de encontrarse el lugar allende los mares, supuso que Canarias, al estar lo suficientemente alejada de la península, podría ser el lugar perfecto para su refugio. En cualquier caso, La Pantoja habría aprovechado la oportunidad de ofrecerse a los políticos bajo un beneficioso contrato y sacarle de paso un rendimiento económico a su feliz estancia entre todos nosotros.

Y la vergüenza ajena por la que paso ahora me lleva a preguntarme: ¿No habrá en Canarias suficientes personas de talla internacional en el mundo de la música, las letras, las artes, el deporte, etc., que hubiesen podido desempeñar semejante papel con mucha mayor dignidad?

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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