Era un niño deseado y esperado. Sin embargo, la ecografía se ensombreció con la lesión que cercenaba su corazón.
Su nacimiento fue emocionante. Lloramos de alegría cuando vimos su carita, aunque el médico nos confirmó la lesión de su pequeño corazón, ratificando su patología genética.
Pero, su corazón latía y a su ritmo emprendimos con denuedo la crianza de nuestro bebé.
En la guardería y en el colegio había que prevenir esfuerzos exagerados, carreras y movimientos bruscos, tan habituales en los niños… Llevábamos años insistiendo:
—Recuerda. Hay cosas que no debes hacer, pero podrás hacer otras mejores.
Con nueve años, y siempre delgado, cursaba tercero de primaria. La novedad del curso: un nuevo niño, Esteban, trasladado de otro colegio en el que había tenido problemas por su peso excesivo. A Javier le hizo gracia, los kilos que a uno le faltaban al otro le sobraban.
Alejandro le recibió con:
—¿Esteban?, ¿a quién te comiste en verano? Javier intervino:
—Déjale. Es nuevo.
—Pues parece que ya tiene un amigo, respondió.
Días más tarde Esteban quiso jugar al futbol:
—¡Como te atreves a venir aquí gordo!
—Ven conmigo, le dijo Javier.
—Aléjate de la foca, Javier. Si vas con él, no podrás volver con nosotros, le dijeron.
Desde entonces fueron hostigados en el colegio. Esteban y Javier se refugiaban el uno con el otro. Se reían de ellos:
—Mirad, ahí están el gordo y el flaco.
—¿Vais a estudiar matemáticas?
—Son como una “i”: Javier, el palo y Esteban, la bola.
La defensa de Javier a su nuevo amigo provocó que sus antiguos amigos le abandonaran. Ahora iban los dos solos.
En cuanto se separaban llegaban las patadas y los empujones. Incluso recibieron algún escupitajo.
—¿Quién de los dos se va a convertir en la damisela?
—¿Saben vuestros padres que sois la nueva parejita de la clase?
Javier consolaba a su nuevo amigo:
—No les hagas caso. Yo te defenderé.
—No podrán con los dos.
Las burlas se sucedían en el patio y a la salida del colegio hasta que venían los padres, pero Esteban se sentía feliz por primera vez. ¡Tenía un amigo!
Tras un examen de matemáticas en el que hubo una escabechina, Esteban sacó un sobresaliente, y la respuesta no se hizo esperar. Cuando intentaron pegarle, Javier se interpuso y se llevó los golpes dirigidos a su amigo. El puñetazo provocó la investigación del colegio.
Todos los alumnos fueron reunidos en el salón de actos. La directora tomó la palabra:
—Tras conocer y repudiar el acoso habido en el colegio, queremos rendir un homenaje a vuestro compañero Javier. El más débil se ha manifestado como el más fuerte. Javier, curtido desde pequeño por su particular lucha, reaccionó con valentía y coraje frente a las burlas e insultos de sus compañeros cobardes. Su corazón tocado por la enfermedad es inmenso. Sano, abierto y generoso. Tan grande que no le cabe en el pecho, y por eso defendió a su amigo.
—Un aplauso para él.
Doctora en Derecho.
Licenciada en Periodismo
Diplomada en Criminología y Empresariales
NOTA DE REDACCIÓN:
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