Una vez más, tenemos que seguir reflexionando y proponiendo la necesidad de actuar sobre la sanidad en general y la pública en particular, proponiendo con criterios exclusivamente científicos (evidencia científica), soluciones.
También es verdad que cuando analizamos con datos objetivos la sanidad española (siempre antes de la pandemia que seguimos padeciendo), es una de las más eficientes del mundo. La última valoración realizada por la agencia financiera Bloomberg y las últimas encuestas de la Fundación Gates y Lance. Es verdad que esto ha cambiado en los últimos meses.
También recordar, porque es importante, que la salud es un derecho solo de un 20% de la población mundial y que el derecho a la salud efectiva y universal es un logro difícil y supone un enorme esfuerzo económico (en España 100.000 millones de euros), de los países que han conseguido desarrollarlo, como explica muy bien en la última publicación “La Gobernanza de la Salud Pública: Excelencia o Ideología” del Prof. Tamames y colaboradores.
Es bueno transmitir que una vida no tiene precio (concepto moral de todo bien nacido) pero la sanidad tiene un coste y es limitado.
Eso hay que transmitirlo con claridad, no puede haber de todo para todos todo el tiempo porque es demagógico. Obligatoriamente se tiene que conjugar con otros datos muy importantes como son la esperanza de vida y la natalidad. La esperanza de vida es de las más larga del mundo conjuntamente con Japón, y es un gran logro social que a la vez hay que combinar con unas de las natalidades más bajas de Europa. Todo esto es una mezcla muy grave para la sostenibilidad del Estado de bienestar, por tanto, de la Sanidad.
Además, si es verdad, y lo es, que, en los últimos 45 años en nuestro país, le hemos ganado a la vida 17 años por lo que no tiene ningún sentido que por obligación se jubile a profesionales con los mismos criterios que antes. Es verdad que el derecho a jubilarse es inquebrantable pero la obligación debería de ser una opción. Un país que jubile por obligación al talento está condenado a tener un futuro sombrío y esto está ocurriendo en nuestro país y no hay ningún responsable que lo remedie. Hoy se habla más de fragilidad que de edad.
Hemos estado defendiendo esta necesaria modificación muchos años en las Cámaras Legislativas, en la Universidad y en los medios de comunicación con sendas publicaciones al respecto. Aportando soluciones legislativas, universitaria y organizativas.
Este Gobierno no está afrontando este tema con diligencia y así estamos ante una Sanidad devastada donde se unen los resultados desastrosos de una gestión sanitaria de la pandemia por este Ministerio de Sanidad, con una Universidad muy devaluada. Por cierto, ya es hora de que el Ministerio de Sanidad cambie de nombre por el de salud (One-Health).
El futuro de la medicina lo debemos afrontar conjuntamente y en el mismo sentido, profesionales, gestores, industria, Universidades, colaboración público-privada, responsables políticos y ciudadanos. Ciudadanos que participen activamente en su proceso curativo. El centro de la sanidad debe de ser el ciudadano (paciente-cliente), por tanto, conseguir realizar los cambios organizativos necesarios para que este principio se cumpla.
El dilema público-privado es falso, que no se sostiene en ningún principio serio. Solo debemos de creer en una sanidad buena que la puede dar la pública, la privada, la concertada y sobre todo la colaboración entre todas para conseguir el objetivo de crear salud. Los países signatarios del Tratado de Lisboa (que nos rige a todos los miembros de la UE), dice respecto a la sanidad algo muy concluyente: los países signatarios de este tratado tendrán una sanidad de financiación pública, provisión de servicios libre, que lo haga quien mejor lo haga con un sistema de acreditación europeo.
El principio constitucional de que hay 17 Comunidades Autónomas y 2 ciudades autónomas no tiene que ver nada con que en este país existan 17 sanidades distintas, tema que hay que subsanar de forma inmediata con un Pacto por la Sanidad con una cartera de servicios universal. Los localismos no tienen ninguna cabida. El verdadero cambio de paradigma tiene que pasar obligatoriamente por una estrategia nacional genómica, medicina personalizada y de precisión que garantice la realización de una medicina con evidencia científica, sostenible y equitativa. Es evidente que es necesario profundizar en ese cambio de paradigma donde la inteligencia artificial, el big data, hospitales de tercer nivel con personalidad jurídica propia, gerencias descentralizadas con carteras de servicios, el Plan Integral de Abordaje de la Diabetes y la obesidad, Plan Integral de la Lucha contra el Suicidio, utilización de genéricos y fomento de la atención domiciliaria, cirugía mayor ambulatoria, enfermedades raras y fármacos huérfanos. Los localismos no tienen ningún futuro para resolver los grandes problemas sanitarios, tendrán que ser soluciones nacionales y europeas donde la telemedicina y la robótica tengan un peso específico en un Distrito Único Sanitario Europeo que hay que concluir. La implantación de nuevas especialidades como medicina de urgencias, genética, geriatría, etc.
La lucha contra la pseudociencia es absolutamente necesaria así como la divulgación en medios de comunicación, no como propaganda sino como una necesidad objetiva del sistema.
No hagamos política con la sanidad sino política sanitaria.
Antonio Alarcó Hernández
Presidente de la Cátedra de Telemedicina, Robótica y Telecirugía de la ULL
Senador
Doctor en Ciencia de la Información y Sociología