Ha dicho Óscar Izquierdo, presidente de la Federación de Entidades de la Construcción (Fepeco) que Canarias se encuentra en un estado de emergencia burocrática. Cree que las administraciones autonómica y municipal no responden con prontitud y eficacia a los ciudadanos, ni a los empresarios de la construcción. Y que habrá que revisar las consecuencias del teletrabajo. Es verdad, pero es sólo la mitad de la verdad.
La otra parte es que dice también que ayuntamientos, como el de La Laguna, ofrecen una respuesta rápida a las licencias de construcción solicitadas y esto es faltar a la verdad. Porque hay empresarios desesperados con la Gerencia de Urbanismo de La Laguna por la lentitud con la que se despachan las licencias. Lo cual provoca en los peticionarios graves perjuicios económicos.
Y por medio están ciertas demandas en los tribunales contra algunos municipios, y quejas ante la propia Fepeco, porque ciertos de sus miembros no se sienten bien representados por esta organización. Incluso varios afiliados han optado por no pagar sus cuotas y considerarse de baja, de facto, al no sentirse protegidos y amparados por la federación en la que un día confiaron.
A lo mejor Óscar Izquierdo lleva demasiado tiempo en el cargo y no se da cuenta de que se debe volcar en la defensa de estos constructores afectados por la lentitud e incomprensión de algunos municipios hacia los que crean empleo; empresarios que sienten que están haciendo las cosas bien, pero no obtienen respuesta administrativa. Y haría bien en ponerse de parte de los suyos, no a favor de los que ponen pegas a los suyos.
No es verdad que La Laguna dé demasiadas facilidades a quienes presentan proyectos y planes relacionados con el urbanismo. Esta oficina es muchas veces un búnker y algunos empresarios mantienen diferencias y discrepancias graves con este departamento municipal y no muy bien tratados por sus funcionarios.
Óscar Izquierdo, repito, debería ponerse al lado de sus representados y no de quienes impiden que éstos desarrollen su tarea, con la aspiración de que van a ser atendidos y comprendidos por los ayuntamientos en los que presentan sus proyectos.
No sólo es salir en los periódicos todos los días, mantener un diálogo con los lectores y contar la mitad de la verdad. Hay que rogar a Dios, pero con el mazo dando. Es preciso buscar soluciones para los empresarios a los que no se trata bien en las administraciones y no echar piropos a los peguistas, incapaces de cumplir con su trabajo y enamorados del “vuelva usted mañana”.
Ya está bien de despreciar proyectos que tendrían todas las bendiciones en administraciones municipales cabales, proyectos que se eternizan en el tiempo, que acaban en los tribunales o que no se sustancian nunca.
Si Óscar Izquierdo no es capaz de defender a sus afiliados, que se vaya a su casa. La fuerza de Fepeco debe estar en su capacidad para solucionar los problemas de sus afiliados, no sólo en denunciar los vacíos en los sillones de los funcionarios y juzgar el mal funcionamiento de unos y el buen funcionamiento de otros organismos. Todavía está a tiempo de enderezar el rumbo.